Tu y Jacob Black
 
  Novela de tu y Jacob
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Capítulo XIII
Capitulo 13: "Otra metida de pata"



 
   -¡AAH! -grité, mientras que mi madre estaba a punto de ver lo que había dentro de mi armario.
   Justo cuando mi madre se dio vuelta, me caí al suelo, haciendo muecas de dolor para que creyera mi falso dolor. Aunque solo se quedó mirándome. No dijo nada, pero seguí gritando y recién ahí, ella se fue a ver qué me pasaba.
   -¿Qué te pasó? -me preguntó mi mamá.
   Miré, con mi cabeza acostada en el suelo, como Jacob salía sigilosamente de mi armario, moviendo cada parte de él de forma ligera y lenta, como todo un lobo en busca de su presa.
   Mi mamá siguió la dirección de mi mirada. 
   Jacob ya no estaba en frente mío. De hecho, ya no estaba en la habitación. 
   Seguí respirando con dificultad, pero al ya ver que Jacob no estaba, me paré del suelo, y seguí con naturalidad mi actitud. 
   Mi mamá no entendía nada, pero estaba callada mirando hacia toda mi habitación. Sabía que había algo, pero no sabía como comprobarlo.
   -Mamá… quiero dormir. Mañana tengo colegio, y no quiero estar cansada, ¿puedes irte, por favor? 
   Mi madre me miró con sus ojos de confusión y caminando hacia la puerta, con su mirada registrando todo, me dijo:
   -Ah, si… Bueno, que duermas bien entonces.
   Acto seguido, se fue de mi habitación, pero con la mirada siendo la última que salió. 
   Quedé sentada en mi cama imitando a mi madre, buscando alguna señal de Jacob, pero no la encontré. Me paré rápidamente hacia donde estaba mi armario, registré todo por dentro y no encontré nada. Busqué alrededor, y tampoco encontré algo. 
   Era algo extraño, y aunque sea de Jacob, y todo el mundo que lo rodea, era muy, pero muy extraño.
   Pero de pronto, se me ocurrió una idea. Fui corriendo hacia donde mi ventana para abrirla y ver si Jacob se encontraba afuera. 
   La abrí, pero no encontré nada. Es más, hasta me subí a una silla para poder ir hacia afuera por mi ventana, pero tampoco estaba. Y como ya era de noche, lo más probable es que se haya ido a recomponer fuerzas para mañana. 
   Luego sentí ese aroma tan característico de mi hermana. Me volteé y la encontré a ella, subiéndose por la ventana para poder sentarse en el techo. Y yo, la imité. 
   -Es extraño -comenzó mi hermana-. Yo nunca sentí algo tan parecido al amor, como tu con Jacob.
   La miré, pero ella estaba tranquila, mirando todo el inmenso cielo que se abría ante nosotras. Hubo unos cuantos segundo de silencio, cuando decidí intervenir.
   -Pero… que pasa con…
   -No lo menciones. La verdad, es que con David fue algo todo muy distinto. La confianza no la teníamos. No hablábamos mucho de nuestras cosas. Si hubiera sido lo contrario, el jamás me hubiera engañado. 
   -Pero es que a lo mejor… él no sabía lo que pasaba entre ustedes -dije, pero mi hermana parecía no haberme escuchado, seguía con la mirada perdida-. Si es así entonces, ¿por qué terminaste ya después de casi 6 años?
   Sabía que iba a demorar, pero esto le parecía difícil. Jamás habíamos hablado de esto, y en el tiempo que se tomaba mi hermana en explicar, se demostraba cada vez más.
   -No lo sé. Creo que jamás vi como era una relación de amor y todo eso… Hasta que vi la tuya con Jacob -murmuró con voz baja y descuidad-. Aparte que tu sabes que mi papá y mamá no son los mismo desde hace mucho tiempo.
   -Cada vez pelean más, y cada vez están menos felices. Sé a qué te refieres. 
   Nunca habíamos tenido la instancia de hablar sobre estas cosas, y ahora que lo veíamos con mayor claridad, era verdad lo que decía Cristina. Nuestros padres ya no eran los mismos. Se nota en sus caras todos los días, cuando hablan y cuando ríen de lo opaco que ha quedado esa relación. Ya somos grandes, y con eso ya estaba más que claro que la relación se podía disolver en cualquier momento.
   -____(TN)… Ahora que estamos hablando de cosas más… personales, ¿no me contarías que por qué fue el hecho de que hayas perdido la memoria?
   Quedé atónita, pero de pronto escuché unos pasos que venían justo hacia mi habitación. Nos miramos con mi hermana, y nos paramos en seguida. Tenía las llaves del candado de la ventana, en mi mano, pero al apoyarme en el tejado de mi casa, se me resbalaron y cayeron de forma instantánea hacia unos arbustos que estaban debajo de mi parte de techo. 
   Mi hermana ya estaba adentro, y en cuanto entré y cerré la ventana, le susurré:
   -Se me cayeron las llaves.
   Mi hermana puso su cara de furia, y en cuanto estaba a punto de gritarme o algo por el estilo, aparece mi papá con aires de desconfianza en mi puerta. 
   -¿Eres tú la que tiene las llaves de tu ventana? No están junto con las otras.
   Me paralicé por un segundo, sin saber que decir, ni siquiera estaba pensando en algo, sólo miré a mi padre que estaba mirándonos a ambas con rostro serio.
   -Yo lo tengo -dijo mi hermana-. Tengo que ir a buscarla, se me cayeron por la ventana.
   Mi Padre la miró enojado, y mi hermana se fue corriendo hacia el exterior de mi habitación. Enseguida, mi padre se fue, apagando la luz, como signo de que tenía que irme a dormir.
   Me quedé a oscuras en mi habitación, esperando cualquier acto de movimiento, pero nada ocurrió. Ni siquiera me puse el pijama, solo me acosté con lo que tenía.

***

   Estaba nerviosa. Ya eran las doce de la mañana. Tenía Historia Universal, una de mis peores ramos. 
   Pensaba en Jacob, en lo que estaría haciendo ahora. Me había dicho que a partir de la primera hora podía pasar cualquier cosa. Lo único que deseaba es que no ocurriera nada hasta que pudiera salir del instituto.
   -¡Señorita ____(Tu apellido)! Ponga atención a la clase, y respóndame a lo que le acabo de preguntar.
   Sin darme cuenta, la profesora de historia estaba a mi lado y, además, con todas las miradas en mi cabeza. Tenía que decir algo, pero no sabía qué.
   -¿Puedo ir al baño?
   El curso se mató de la risa, mientras que yo miraba a la profesora con los ojos fijos, sin pestañear. 
   Asintió de manera rápida y enseguida salí de la sala. En cuanto cerré la puerta de la clase, me quedé ahí respirando hondo apoyada en la puerta. Pensé y enseguida me fui. Tenía que ir a una sala que no tuviera estudiantes ese día. Fui a la sala de matemáticas, pero estaba llena. Fui hacia el laboratorio de Química, pero también estaban en clases. Hasta que al fin se me ocurrió qué sala podía ser.
   Fui corriendo lo más que pude y al final, cuando entré en la sala de música, se encontraba vacía, solo con unos cuantos instrumentos en sus respectivos estuches. Me encaminé hacia donde la ventana, la cual estaba un poco abierta. La traté de abrir más todavía, pero era muy pesada. Sólo conseguí que se moviera unos cuantos centímetros. 
   De la nada, escuché cómo gente en masa venía hacia donde estaba. 
   Vi la hora a toda prisa, y me dí cuenta de que ya había tocado el timbre de la segunda hora. O sea, ahora tocaba música. Traté de pasar por la ventana, pero estaba muy angosto el espacio para pasar. La tiré más para que se abriera, pero no resultó.
   El primer chico entró, después el segundo y así. 
   Todos quedaron petrificados al mirarme, pero no me importaba. Yo seguía tratando de abrir más esa ventana.
   -Buenos días chicos. Ahora, tomen todos sus instrumentos y…-calló el profesor de música. 
   Mientras seguía empujando la ventana, me volteé y vi a toda la clase mirándome. 
   Justo en ese momento la ventana abrió lo más que pudo. Sin pensarlo, me fui directo hacia afuera a toda velocidad.
   Me sentía libre de aquella cárcel. Y ahora lo que más me importaba era saber donde se encontraba Jacob. Pero la verdad es que no tenía ni la mas mínima idea de por dónde se podía encontrar.
   Pero no me importaba. Corrí hacia cualquier lado dónde pudiera estar. Primero me fue hacia los parque que estaban cerca de mi instituto, pero me di cuenta de que si combatían, no sería con la presencia de humanos, por lo que me quedé pensando en donde.
   De pronto me vislumbró una idea. Podía ser en las afuera de Los Ángeles. Por donde están las playas más lindas del Estado. Ahí debía ser. En donde la gente no iba en día de semana. 
   Justo en frente mío, pasó un bus que iba hacia la Playa Venice, una de las más alejadas de la ciudad. Sin pensarlo, paré al bus y me subí. 
   Lo único que me esperaba eran dos horas de viaje, pero con las ansias estaba segura de que serían más.

***

   No sé cómo no me moría ahí mismo. Estaba en el bus muerta de ansias, pero por sobre todo, esperando que el lugar donde estuviera Jacob fuera ese. Solo miraba por la ventanilla el paisaje, que cada vez se iba haciendo más caribeño y con esos típicos aires de playa. Después de unos pocos minutos, llegué. 
   La playa estaba con algunas personas, pero con casi nadie. Habían máximo unas diez, tomando sol y algunas pescando. No sabía que hacer, por lo que me dediqué a esperar. Me senté en la arena y miré a todos lados en busca de alguna señal.
   La verdad, es que no sabía porque había para allá, si ni siquiera sabía en donde se iban a juntar.
   Después de unos treinta minutos, me aburrí y me paré de la arena, y me fui camino a tomar el bus.
   Estaba nerviosa por lo que pasara. Pero sabía que todo iba a estar bien. O me daba esperanza de ello. 
   Cuando tomé el bus, estaba decidida a volver a mi casa, y esperar lo que tuviera que pasar. Me senté en uno de los asientos de más adelante, miraba por la ventana y escuchaba la música de la radio, para poder tranquilizarme un poco.
   El viaje no tomó más de 10 minutos  cuando vi algo que estaba a unos cuantos kilómetros del bus. Una figura blanca, que con el sol, hacían que los cristales marcados en su cuerpo se vieran a mucha distancia. 
   Me paré de mi asiento automáticamente para poder bajarme del bus.
   -¿Me puede dejar aquí por favor? -le dije al conductor, llena de entusiasmo.
   -¿Dónde? ¿Aquí o más lejos?
   Estaba viendo que ya el bus había adelantado a Edward, el cual seguía parado sin hacer nada.
   -¡Aquí, aquí! -grité, y en cuestión de segundos, el bus hizo su parada, dejándome salir de ahí.
   Después de unos segundos, quedé a unos cuantos metros de distancia con Edward, el cual, me daba la espalda en ese momento.
   Me acerqué de a poco, tratando que mis pasos no se escucharan para que el sonido no fuera tan estrepitoso, pero no lo logré. Ya que al dar unos dos pasos, Edward ya se había volteado. Sus ojos tenían un aspecto color rojo intenso, con unos pocos aires de rabia, pero no tanto como otras veces. 
   No dije nada. Sabía que él leía cada movimiento mío, y cada sentimiento mío. Pero no solo bastaba con pensar. 
   -¿Dónde está Jacob? -pregunté, al cabo de haber estado mirándonos cerca de unos 10 minutos.
   Sus ojos parecieran como si tuvieran un hipnotizante, ya que no podía dejar de verlos, era como si estuvieras mis ojos ligados a los suyos. 
   Edward se encaminó hacia a mí. Primero se paró en frente mío y me miró por un largo segundo, después, caminó alrededor mío. Hizo algo parecido a dos vueltas, cuando de repente paró detrás de mí. 
   Sentí como su cuerpo helado se acercaba a mí y su nariz, dura y fría como la piedra, estaban incrustadas en mi cabello, el cual estaba suelto, llegando justo debajo de mis omoplatos.
   -Está Jacob por aquí, ¿o no? -dije con voz firme y ruda.
   De un momento a otro, Edward estaba a mi lado con una de sus sonrisas perversas, esas que dan miedo. Pero ahora que me fijaba, estaba bastante cambiado.
   -Digamos que… traté de perderlo por ahí mientras venías para acá… No quería que se encontrara con la sorpresa de que… Bueno, de que “alguien” ya no va a estar para él. 
   El cuerpo se me estremeció unos instantes. De golpe me alejé. Y cuando vi a mi alrededor, Edward ya no estaba.
   Miré a todos lados, pero no había nadie. El camino estaba aislado, solo con una persona caminando por la calle, esperando a que alguien pasara. No sabía qué hacer, por lo que comencé a correr. Corrí en dirección en donde seguía el camino. No sabía a dónde iba, pero quería que todo esto se acabara rápido.
   Cuando ya estaba cansada paré, y justo en frente mío se para Edward.
   -¡Pensé que esto se podía solucionar de una mejor manera! -le grité, casi sin aire.
   -Bueno, entonces propón una solución tú -me dijo Edward.
   No respondí nada. La verdad es que no tenía ninguna solución que dar. Ni siquiera sabía la historia completa, por lo que me quedé callada, mirándolo con los ojos llorosos.
   -Ah, eso era lo que pensaba -susurró-. No sabes nada. Por lo que no tienes derecho a decir que debo y que no debo hacer. 
   Cuando terminó de decir eso, en solo un abrir y cerrar de ojos, Edward ya estaba a mi lado, tomándome del brazo con fuerza, torciendo hasta que el dolor fuera insoportable.
   -Mira -dijo con voz desafiante-. Ya han pasado muchas cosas entre nosotros, pero lo que no voy a permitir, es que alguien se vaya en contra de MI hija y de MI esposa. ¿Quedó claro? ¡Y menos un perro como el de Jacob! 
   Con una fuerza inigualable, me lanzó hacia unos arboles que se encontraban a las orillas, y ahí quedé. Tirada en el suelo, mientras Edward abría su boca, abalanzándose sobre mí, mostrándome todos sus colmillos.
   Lo único que pensaba, era que cuando iba a terminar estas metidas de pata que nunca paraba de realizar.


OH! MIL sin escribir, lo siento, pero las pruebas me absorven D:
gracias por los comentarios y muchas gracias por leer
y GRACIAS por la paciencia de verdad
se pasaron por ser buenas lectoras y fieles xd jajaajja
gracias de verdad ! Las quiero! esta vez no me demoraré tanto en escribir !

 
 
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Gracias por su atencion y disfrute
:)
 
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