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Capitulo XI |
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Capitulo 11: "Noticias no muy buenas"
Todos cenábamos, mientras que pensaba en lo de Jacob y Edward. Según Jacob, me lo contaría todo cuando terminara de cenar, y esperaría en mi pieza practicando y poniendo en orden sus ideas.
Mientras comía y pinchaba las papas con mi tenedor, pensé en muchas posibilidades, pero todas con suposiciones, más bien, estúpidas. Todas mostraban situaciones extravagantes. Una, por ejemplo, era que a lo mejor Jacob se había convertido en vampiro y ahora estaba enamorado de Bella o Renesmee, pero como Edward no está muy encariñado con Jacob, hicieron un duelo de lucha, para ver quien era el que tenía la razón, y el que gane, va a ser el que se quede con toda la familia, y además con el reino vampiresco. Pero como había dicho, es extravagante y además no tiene nada de sentido.
-¡Hija! ¡¿Puedes, siquiera, despertar de ese trance que tienes y pasarme las papas fritas?! -me gritó mi madre, la cual estaba con un mano extendida.
Me sacudí la cabeza y tomé el tazón lleno de papas fritas a mi madre, que me miraba con cara de desconcierto. Traté de no mirarla, ya que sabía que me diría algo, como siempre.
-Tu hermana nos contó porque te había ido. ¿Es verdad? -me preguntó mi padre, el que por cierto, parecía más tranquilo que siempre.
Se me había olvidado por completo ese pequeño inconveniente.
Volví mi mirada hacia mi hermana, pero esta solo se hacía la “tonta”. Traté de responder con mayor naturalidad hacia mi familia.
-Bueno, debo saber primero que es lo que les dijo exactamente mi hermana, ¿no creen?
Miré nuevamente a mi hermana, pero ella seguía sin mirarme, pensé en algo para que por lo menos desviara sus ojos hacia a mi. O algo así. Traté de golpearle con mi pie, pero estaba al otro extremo de la mesa. La miraba, fijamente, pero ella seguía sin poner atención en el mundo exterior, estaba más pendiente en masticar que en escuchar nuestra conversación.
-Bueno, sí -dijo mi padre, el cual tomó una postura tan favorecedora, que resaltaba toda su indulgencia-. Tu hermana nos contó que tenías que ir a misa. Porque te inscribiste en la iglesia para ser ayudante -miró a mi hermana, que ahora si me miraba, y se acercó de manera lenta hacia a mi y me susurró-. Me parece estupendo que alguien de la familia esté tan cerca a Dios, pero… ¿es tan necesario?
Estaba desconcertada. No, peor. Estaba atónita. Mi hermana no era de esas hermanas dulces, sino que era de ese tipo de personas que tratan de hacerte la vida imposible, como se ve en los dibujos animados.
¿Ir a iglesia? ¿Yo? Me consideraba una persona bastante hereje en cuanto a religión.
Traté de mostrar una postura tranquila, y satisfactoria, demostrando que esto no me lo iba a ganar mi hermana. Es más, iba a si ella ganaba, yo la hundiría más.
-Bueno, es cierto. Pero lo hice por mi hermana, ya que ella dijo que se quería hacer monja. Así que quería mostrar mi apoyo.
Cristina tomaba su jugo de manzana, pero en cuanto me escuchó, su jugo quedó esparcido por toda la mesa. Con los ojos abiertos, y con todas las miradas de mi familia encima, quedó desarmada ante mi contraataque.
No sabía si reírme, pero la verdad es que su cara daba bastante risa. De momento a otro, mi risa se transformó en asombro. Una figura bastante conocida estaba en la ventana, mirándome fijamente. Era Jacob, que me estaba esperando para hablar sobre lo ocurrido.
Me levanté de golpe y, mientras mis padres cuestionaban a mi hermana con unas cuantas frases repetidas como: “¡¿Cómo no nos habías dicho?!” o “¿Qué es lo que tienes en mente?”, dije:
-Mm… Tengo reunión de ayudantes de iglesia. Llegó a las nueve, nos vemos.
Tomé mi abrigo, pensando en lo frío de la noche, y me fui caminando hacia la iglesia y, en mi caminata, Jacob se unió.
-¿Estás molesta?
Tarde un poco, pero no sabía a lo que se refería. Ni siquiera sabía lo que pasaba con Edward, así que creo que se trataba de otra que cosa que no había. Ahora que lo pensaba, estaba cansada, solo eso.
-Dime por qué lo estaría -le dije, mientras cesaba mi caminata y quedaba mirándolo con mis manos en los bolsillos-. Jacob, no estoy enojada, pero estoy cansada de esto. Que nunca podamos estar tranquilos, o que todo lo que hagamos tenga consecuencias que de verdad no son necesarias. Creo que esto no va a seguir si no nos decimos todo… No sé. Creo que deberíamos tomarnos un tiempo.
Seguí caminando, pero sentía que algo faltaba. Jacob no estaba caminando a mi lado. Me volteé, y estaba con sus cabeza gacha, con los ojos pegados en el suelo. Me sentí algo culpable. Le estaba exigiendo demasiado a una persona que claramente no era normal, y que no podía pedirle nada normal. Me acerqué a él, tratando de ser lo más sutil que pude.
-No… quería decir eso… es que yo sólo…
-No, es verdad. Creo que debo empezar con todo esto que pasó, pero antes te quería pedir perdón por lo que pasó. Supuestamente este día estaba planeado para ser algo más… para nosotros.
Me miró con los ojos llenos de vida. Me tomó mis manos con las suyas, cálidas y suaves, que hacían que las mías quedaran dentro del refugio de sus manos. No podía, era demasiado débil. Todo lo que había dicho yo, antes, no sirvió de nada, porque con sus ojos ya me tenía engatusada. Acto seguido, comenzamos a caminar hacia cualquier lado, todavía tomados de las manos.
-Lo que te voy a decir va a ser duro. Creo que es una de las cosas más… No sé, es algo de lo que más me arrepiento.
Lo miré, por que sus palabras demostraban bastante dolor y culpabilidad. Paramos de caminar, y nos pusimos de frente.
-Cuando fui hacia Canadá… Yo, con toda mi manada, fuimos a combatir a los vampiros que, según nuestro informante, con la llegada de muchos chupasangre más, la ciudad de Ottawa, estaba con casi un 10 por ciento de vampiros. Nos dieron la alarma de ir a ayudar a los Quileutes de allá. Fuimos al bosque más cerca de Ottawa, porque allí es donde estaban en masa. Fuimos, pero enseguida el novato, llamado Clark, desapareció. Lo buscamos por mucho tiempo… Y finalmente lo encontramos muerto. Pero no estaba solo, sino que estaba con una mujer, Bella. Quedé petrificado, mientras ella, que con un increíble garbo, con sangre en su boca, se desplazaba hacia afuera de la escena del crimen -hizo una pequeña pausa para tragar algo de saliva, se notaba en el rostro que lo que venía era difícil-. Me dijeron que haga algo, por ser el líder. No podía decir que nos quedemos parados viendo como Clark desangraba delante de nosotros, así que fui hacia donde estaba Bella. Sus ojos estaban rojos, me acuerdo, era como ver la rabia surgir de los mismos ojos. Traté de detenerla, pero no pude. Le dije que se detuviera, pero no escuchaba. Me puse en frente de ella, y saltó hacia mi para poder atacarme. No lo logró, pero estuvo a punto. Ahí me decidí a… atacarla, estaba fuera de sí misma. Tuve un pequeño encuentro con Bella, pero solo estaba herida, nada más. No creas que soy capaz de… asesinarla, todavía le tengo algo de cariño. Finalmente, cuando estaba allá en Forks, Edward me envió una carta diciendo que no fue nada recomendable meterse con Bella, por lo que se iba a vengar… No le tengo miedo, pero me siento mal por lo que hice. Aunque ella igual debe tener un poco de culpabilidad, pero no lo sé… Sólo creo que… No creas que soy un inconsecuente, pero es que… yo…
Esta vez, no lo resistió parecía que no quería llorar, pero la angustia lo manipulaba por completo. Se sentó a un lado de la calle, y quedó ahí con la cara entre sus piernas. Me senté a su lado, acariciándole la espalda.
-Jacob, yo no pienso nada malo de ti. Tú hiciste lo que creíste… Ahora si Bella viniera con Edward a vengarse, deja que eso pase, pero nada más… Tu no causaste nada, y debes sentirte feliz.
Jacob levantó la vista con los ojos llenos de lagrima, que había retenido. Se aproximo hacia a mi y me dio un beso rápido. Esos que te dejan un poco segada al principio. Me aproximé hacia a él de nuevo, tomé su rostro entre mis manos, y lo acerqué a mi, y sin prisa lo besé. Uno tan dulce y tan suave, que hacía que esa sensación que no había sentido hace mucho tiempo, floreciera. Después de un rato, me despegué de él, todavía un poco embobada.
-¿Te vas a ir esta noche? -le pregunté al cabo.
-Si… No tengo donde quedarme. Pero no pongas esa cara, creo que el hecho de ser un hombre lobo me ayuda con las largas distancias. Y tampoco me quedaría, porque estaría con la misma ropa, y no creas que soy ese tipo de personas que no cuida su aspecto.
Los dos nos largamos a reír. Estaba tan llena de vida, tan feliz, que al tan solo ver a Jacob, me hacía sentir como si fuera la persona más completa.
-Mañana… ¿será…?-pregunté, pero sin poder completar mi pregunta.
-¿Una pelea? -completó, con una risa de por medio-. Si, no lo sé. Sólo espero que no esté tan entusiasmado. Así, yo corro peligro.
Nos quedamos callados. Pero alguien rompió nuestro silencio, con un grito bastante fuerte que parecía provenir de unas cuantas calles.
-¡¿Qué es lo que estás haciendo, ____(TN)?! |
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Advertencia :) |
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ADVERTENCIA:
cualquier hisotria publicada
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Gracias por su atencion y disfrute
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