Capitulo 8: ¿Una nueva vida?
Emily, la novia de Sam, líder de Jacob, me llevó a mi casa. Yo no hablaba mucho, pero Emily, con su humor tan agradable, me recordaba que iba a ser por poco tiempo, y que ella también se sentía triste por quedarse sin Sam, pero que después de todo, era para el bien de ellos.
No sabía a que se refería, pero no quería preguntar más. Sentía un vacío extremo en mi pecho.
Finalmente llegué a mi casa, solitaria sin mis padres, que volvían al día siguiente.
Entré en la casa, con un humor mas bien amargo, pero una sorpresa me esperaba en la entrada de mi casa.
-Recuperaste tu memoria, ¿no? Sabía que lo harías -dijo Edward sentado en uno de mis sillones.
-Si, lo hice -le respondí, mientras colgaba mi ropa mojada por todas las caídas en el bosque, en el colgador de abrigos-. ¿Cómo sabías que Jacob se iba?
Me senté a su lado, aún con casi toda mi ropa mojada.
-Se fue a despedir… Porque sabía que nos íbamos, debió haber sido por Bella -dijo al cabo.
Volví la cabeza con velocidad hacia Edward, mientras procesaba toda la información. Era extraño que ahora se vayan Edward con su familia. Tenía la curiosidad de la razón.
-No entiendo porque tanta curiosidad -dijo con unas carcajadas de por medio-. Es el hecho de ser vampiros…
-¡Cierto que eres vampiro! -recordé, alejándome de su lado.
Los dos nos reímos a carcajadas. Nos miramos por mucho rato, hasta que Edward decidió romper ese silencio.
-Al ser vampiro, no nos deja la posibilidad de envejecer, por lo que debemos irnos de lugar en lugar para poder pasar mas desapercibidos. Estoy en Forks hace mucho tiempo. Tiempo que ya ha cumplido plazo.
Se acercó a mi con aire simpático, me dio unos cuantos golpes en la espalda.
-Un gusto haberte conocido. Hasta siempre -me dijo finalmente Edward, mientras este se iba de por la puerta principal.
Mientras Edward iba saliendo, mis padres iban entrando, mirando con aire desconfiado a Edward, el cual se notaba que tenía toda esa calma característica de él.
-¡Hola, hija! ¿Cómo has estado? -me dijo mi madre, abrazándome al mismo tiempo-. ¡Estás toda mojada!
-Lluvia. Estaba en el patio sacando la ropa limpia. Por cierto, llegaron antes -recordé.
Los dos se miraron desconfiados, pero al cabo de un rato, mi padre me abrazó con cariño.
-¿Qué hacía ese chico aquí? -me preguntó mi padre al cabo de un segundo de silencio.
-Es un amigo… se va en poco tiempo. Se vino a despedir.
Después de un buen rato hablando con mis padres de mi hermana, que al final estaba bien y va a seguir en su universidad, me dirigí a mi habitación para dormir. Ya eran las doce de la noche.
Estuve casi una hora mirando por mi ventana. Confieso que estaba buscando algo relacionado con lo sobrenatural de mi vida, Jacob podría ser la palabra correcta, pero no pasó nada. Nada raro, o sea, nada relacionado con mi vida. En pocas palabras, Jacob.
***
¿Es mucho pedir señales de vida, de la persona que uno mas ama, y que aun así, se va sin decir ni siquiera te amo?
El primer mes sin Jacob fue regularmente normal, estaba segura de que volvería en poco tiempo, llamando cada día a Emily para preguntarle al respecto.
Al segundo mes, ya estaba mas desesperada, el hueco en mi vida no podía ser mas hondo y vacío. Llamaba de nuevo a la novia de Sam, pero seguía sin saber mucho. Según ella, no hablaba con Sam hace un mes.
El quinto mes, ya estaba un poco mas tranquilizada, empezando un nuevo año escolar, con nuevos amigos y de mases. Pero aún así, no me quitaba de la mente la llegada de Jacob.
Décimo mes. No tenía siquiera expresión en mi rostro. El hueco que estaba y sentía en mi, se había expandido en casi todo mi cuerpo, oscureciendo cada esperanza de Jacob. Sabía que ya no iba a volver, por lo que no llamaba a Emily.
Ya no estaba segura de que si Jacob era real o no. Tampoco estaba segura de la experiencia que había vivido, los recuerdos se desvanecían. Poco a poco, pero desaparecían. Ya no recordaba su rostro, solo con algunas vagas facciones. Y menos su voz, su calor, todo él. Ya no recordaba lo que me había dicho la última vez que lo vi. Y menos recordé lo último que le dije. Estaba desapareciendo de mi, cada vez mas.
***
6 días después
Ya era hora. Todo estaba empacado. Había pasado con tanta velocidad, que no estaba segura de lo que pasaba.
Tenía que irme. ¿Por qué? Por que mi papá tenía y quería ir hacia Los Ángeles. ¿Cuándo? Parecía (porque todavía no lo analizaba) que ahora. ¿Qué sentía? Nada, eso era lo que sentía.
Ya no pensaba en Jacob, de hecho parecía que ya no importaba. No era prioridad. Estaba cansada de esperar, y eso es lo que debía hacer, dejar de esperar. El hecho de esperar quita tiempo, si quita tiempo, quita vida, si quita vida, quita amor, si quita amor, quita; en conclusión, a Jacob. Eso fue lo que pasó realmente en mi mente. Me cansé.
Me acosté por última vez en mi cama, esperando a que mi mamá que llame para ir a tomar el auto. Pero lo mas extraño, es que no me llamaba.
Bajé las escaleras y, para variar, había tenido problemas con el empaque. Mi madre estaba furiosa, mientras que mi papá deseaba aclarar las cosas explicándole a un tipo de la mudanza.
De la nada, miré al bosque. Estaba tan verde cómo siempre. Nada nuevo.
Eso me dejó clara dos cosas: 1. Que Jacob no fue real. Y 2. Que yo lo inventé todo.
No lo creí. Es verdad no lo había creído. Creo que cuando uno no cree las cosa por así no más, cree que es necesario revisarlas por uno mismo. Y eso fue lo que hice.
Sabía que la “discusión” entre mi padre, madre y mudanza, iba a durar relativamente arto, por lo que me dirigí con cierto sigilo al bosque. Adentré con mucha confianza, esperando encontrar algo allí. Estuve cerca de casi media hora ahí, paseando y viendo cada rastro de la naturaleza. Me senté en el pasto y comencé a meditar.
No sabía que pasaba, pero las lágrimas que no había botado hace ya cinco meses, se hicieron presentes ahora. No lloraba, más bien gritaba de dolor. Era ese dolor de cuando te das cuenta que falta algo en tu vida. De la nada se vio una imagen de Jacob en mi mente, no me la podía sacar. Sentía todo de él, su calor, su olor, su presencia. ¡Literalmente todo!
La esperanza de que estuviera aquí conmigo hizo que abriera los ojos de golpe. Pero no estaba.
Fue como un golpe a la realidad. Dejé de llorar, dejé de gritar y hasta dejé de respirar, escuchando todo a mi alrededor. Me paré con dureza y caminé hacia donde estaba mi casa.
Salí del bosque y me fui directo a mi habitación.
-¡¿A dónde vas?! ¡Nos vamos ahora! -me gritó mi papá.
-Si, espera un segundo.
En el camino de la entrada de mi casa hacia mi habitación, saqué un papel que tenía en el bolsillo con un lápiz. Llegué a mi habitación, apoyé el papel en la pared y escribí.
“Sé que vendrás a buscarme. Búscame en Los Ángeles. Te necesito”
Dejé el papel en el suelo, acomodado para cuando Jacob venga, lo vea. Lo vi por última vez con algo de esperanza para que dé resultado y me dirigí hacia la puerta de mi habitación.
No pude evitar ver hacia atrás por última vez, para ver si en una de esas, Jacob me sorprendía, pero más me sorprendió que no estuviera.
-¡____(TN), ya nos vamos! -me gritó mi madre.
No podía irme, tenía que esperar a que llegue Jacob, estaba segura que iba a llegar en cualquier momento, pero no llegaba.
Seguía escuchando a mi madre gritar. Era el hecho de esperar algunos minutos más y poder ver a Jacob. Pero no fue así. Los gritos de mi madre se hacían algo insoportable, por lo que opté a irme. Sin Jacob.